Ciencia
y prensa
Un cocinero aseguró por la radio que el insomnio se cura bebiendo medio vaso de agua en la que se haya hervido una cáscara de naranja. El mundo está lleno de insomnes, de modo que el locutor le pidió alguna prueba de lo que decía, a lo que el hombre respondió:
-Está comprobado científicamente.
Luego dijo que el jugo de la patata cruda cura la gastritis y la úlcera de estómago. La gastritis, en tres días; la úlcera, en quince. Como el locutor se mostrara algo escéptico, el cocinero añadió muy serio:
-Está comprobado científicamente.
Continuó dando recetas, una de ellas con alcachofas. Por lo visto, quienes comen muchas alcachofas, crudas también, como la patata, jamás desarrollan un cáncer.
-Pero cómo es posible, exclamó el locutor.
-Está demostrado científicamente, dijo una vez más el cocinero.
¿Por qué la frase 'está demostrado científicamente' tiene tanto poder de convicción para algunas personas? Me recuerda aquella otra que le oía decir a mi madre cuando mi padre dudaba de algo:
-Pues ha salido en el periódico.
Si había salido en el periódico, no tenía vuelta de hoja. En el primer periódico en el que trabajé me contaron que un día el director llamó a documentación preguntando si el nombre de una isla lejana, donde un volcán había entrado en erupción, se escribía con hache o sin hache, y no supieron qué decirle. Era verano y en el departamento sólo había un becario que no encontró por ningún sitio aquella isla. Finalmente, telefoneó a su madre, para que lo mirara en la enciclopedia familiar, pero tampoco venía. Al final, tras haberlo echado a cara o cruz, llamó al despacho del director y dijo que se escribía con hache. Al día siguiente, a media mañana, el becario estaba trabajando cuando le telefoneó su madre:
-Hijo, lo de ayer de escribía con hache. Lo he visto en el periódico.
Así son a veces las verdades periodísticas. Y las verdades científicas. Esa noche, cuando me atacó el insomnio, fui a la cocina y herví una cáscara de naranja cuya infusión ingerí sin ningún resultado. Estaba demostrado científicamente, pero a mí, pensé, me habría hecho más efecto que el señor de la radio hubiera asegurado que estaba demostrado poéticamente, por ejemplo.
-¿Pero esto funciona?
-Sí, sí, está demostrado poéticamente.
Ya comprendo que no es fácil decir algo semejante por la radio. En su defecto, me conformaría con que aseguraran que no ha salido en el periódico.
Juan
José Millás, El
País
Comentario de texto de
“Ciencia y prensa”, de Juan José Millás
Tema:
la falta de rigor informativo.
Tipo de texto:
según el género, se trata de un texto periodístico, concretamente
un artículo de opinión. Según la modalidad textual, se trata de un
texto narrativo-argumentativo (podrías añadirle, si te resulta más
claro, que es diálogado, aunque el diálogo no deja de ser parte de
la narración).
Resumen:
Ejemplo
1:
Un
cocinero asegura por la radio que ciertos alimentos tienen
propiedades curativas, argumentando que es algo “demostrado
científicamente”. Lo mismo ocurría antiguamente con la afirmación
“ha salido en el periódico”, que se empleaba para darle
credibilidad a diversos asuntos. Alerta sobre la falta de veracidad
de dichos argumentos y cuestiona su validez.
Ejemplo
2:
Cuestiona
el rigor de afirmaciones muy empleadas, como “está demostrado
científicamente” o “ha salido en el periódico”. Lo hace
partiendo de dos ejemplos que conoce de cerca, que evidencian que
esos no son siempre argumentos válidos. Ironiza sobre el tema con el
fin de mostrarnos lo equivocado de esa creencia.
Comentario lingüístico:
Se
trata de un texto
periodístico de opinión escrito por Juan José Millás y publicado
en el diario El País.
Nos
llega, pues, a través de un canal escrito, esto le otorga al texto
varias características: constituye un acto comunicativo unilateral,
el receptor es múltiple porque es un texto con finalidad divulgativa
y es un texto planificado.
Además,
como consecuencia, utiliza un registro
formal-estándar para llegar a un público amplio, sin descuidar su
redacción, como vemos en ejemplos como “...cuya infusión ingerí”
(l. 23) o “Es su defecto” (l. 28).
La
intención
del emisor es criticar la ligereza con que se emplean ciertas
expresiones y lo hace empleando como argumentos
los ejemplos y la ironía. Esta última la encontramos cuando dice
que le habría hecho más efecto una infusión que estuviera
demostrada “poéticamente”. Narra dos ejemplos como argumentos
para apoyar su tesis, uno narrado en tercera persona (l. 1-11) y otro
en primera persona (l. 12-21). El empleo de la narración con
finalidad argumentativa es poco frecuente. Consigue un efecto muy
claro: dar sensación de objetividad, dotar al texto de mayor
credibilidad para convencer al receptor, al presentarlo como algo que
ha ocurrido; cuando en realidad se trata de un texto absolutamente
subjetivo, como todos los artículos de opinión. La abundancia de
verbos en pretérito perfecto de indicativo es propia de la
narración: “llamó”, “continuó”, “encontró”,
“telefoneó”..., además de la presencia de complementos
circunstanciales de diferente tipo: “un día”, “a media
mañana”, “al despacho del director”, etc. También es
destacable, como parte de la narración, el uso del estilo directo en
la reproducción de los diálogos y el predominio de la modalidad
enunciativa. Hay que añadir que los adjetivos que aparecen son
eminentemente especificativos: “verdades periodísticas” y
“verdades científicas”, y contribuyen a reforzar la sensación
de objetividad.
La
subjetividad es
más evidente en el segundo ejemplo porque está narrado en primera
persona (“me contaron”), y sobre todo en la conclusión
(l.22-29): “cuando me atacó el insomnio”, “pero a mí, pensé,
me habría hecho más efecto...”, “Ya comprendo...”, “... me
conformaría...”
Las
funciones del
lenguaje
presentes en el texto son varias. En primer lugar, aparece la función
referencial en toda la narración, aparece también la función
expresiva en las manifestaciones de subjetividad que ya hemos
señalado. La función apelativa es inherente a los textos
argumentativos por su intención de acercar al receptor a la tesis
del emisor. La encontramos en la pregunta retórica de la línea 11,
que busca involucrar al receptor, está presente también en el uso
de la ironía, que necesita de la complicidad del receptor para
descodificarla adecuadamente. Por el cuidado del mensaje que supone
el uso de la ironía, es también un ejemplo de función poética.
La
coherencia
del texto se basa en la existencia de la idea principal que lo
vertebra y en la presencia de una estructura, que garantiza la
progresión temática: argumento-ejemplo primero (líneas 1-11);
argumento-ejemplo segundo (l. 12-21) y conclusión (l. 22-29).
La
cohesión
la logra por varios procedimientos. Hay numerosas repeticiones
léxicas, como “cocinero”, “locutor”, “insomnio” o
“periódico”; repetición de expresiones, como “comprobado
científicamente” o “ha salido en el periódico”. Aparecen
hipónimos del hiperónimo enfermedades (“insomnio”, “gastritis”,
“úlcera de estómago” y “cáncer”); una enumeración de
alimentos con propiedades curativas (“cáscara de naranja”, “jugo
de patata cruda”, “alcachofas”) o palabras del campo semántico
del periodismo (“periódico”, “director”, “documentación”,
“departamento” o “becario”).
Sin
embargo, para evitar las repeticiones continuas, también recurre a
procedimientos como la sustitución por pronombres (“... el locutor
le
preguntó”, “y no supieron qué decirle”)
o la elipsis (“la gastritis en tres días; la úlcera, en quince”
(días), (se cura). Emplea, además, marcadores extraoracionales
(“Luego”, “Por lo visto”, “Finalmente”, “Al final”) y
la deixis en “Aquella
otra
que le oía decir a mi madre”.
El
autor pone todos los mecanismos que hemos analizado al servicio de
una intención: la crítica irónica de afirmaciones que se asumen
como verdaderas sin serlo.
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